viernes, 28 de noviembre de 2014

La invisibilización que legitima el sexismo - de Michela Angelini*


Artículo original en italino: http://liberazioni.noblogs.org/?p=306

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El sexo, de siempre, es usado como pretexto para legitimar la superioridad del hombre sobre la mujer: el macho, por naturaleza fuerte e irascible; domina familia, clan, Estado. La mujer, por naturaleza limitada a la maternidad, está relegada al cuidado de la familia y a los roles que requieren una cierta empatía y propensión a la atención, como enfermera o maestra.

¿Qué divide a los hombres de las mujeres? ¿Los genitales distintos? ¿El sistema hormonal distinto? ¿La diferencia cromosómica? ¿O puede ser solo una construcción social para dividir a la humanidad en oprimidas y opresores? Para justificar situaciones de clara desigualdad entre hombres y mujeres, desde hace siglos, se recurre a la excusa del destino biológico natural.

El género, término que querría distraer la atención del sexo para ponerlo sobre la diferencia cultural, social y psicológica entre personas, por desgracia, se hace coincidir con el sexo y es usado como su sinónimo, distorsionando el intento original de expresar distintas formas de ser y vivir típicas de cada persona.

La educación que divide en dos géneros es cotidiana. Libros escolares, spots publicitarios, juegos divididos por géneros, enseñando a los niños que se divide a los adultos en hombres comprometidos, trabajadores, impetuosos y distantes con lxs hijxs, y a las mujeres dominadas por crisis emocionales, siempre atentas a su imagen y dedicadas a la limpieza de la casa, a hacer la comida y a cuidar de la familia. Puesto que lxs niñxs son sometidxs a un proceso de generización, no se tiene en cuenta ni lo más mínimo la identidad de género, ese alma que cada unx de nosotrxs tiene dentro, que tiene características tanto del universo 'masculino' como 'femenino', haciendo la expresión de cada sujeto única y no divisible en jaulas diferenciadas por el género.

La identidad de género, que está garantizada solo en las leyes de Argentina, no tiene expresión libre dentro de nuestra sociedad donde, de hecho, debes adaptarte al género para entrar en la única expresión permitida: aquella de hombre como macho y mujer como femenina. Cualquier comportamiento que no esté dentro de estas posibilidades de género será castigado rápidamente. Un niño que, por ejemplo, quisiese una muñeca, será objeto de burlas de lxs familiares antes, y de lxs otrxs niñxs después.

Han enseñado también que los genitales coinciden con un rol estereotipado llamado 'madre' o 'padre', por lo que automáticamente ser homosexual y transexual es inaceptable. Quien pone a sus familias en conocimiento de la condición de transexual u homosexual, seguramente eche abajo las expectativas y provoque una crisis del rol estereotipado de padres y pareja, sin dudarlo. Puede no ser fácil aceptar tal novedad en la familia (obviamente la pareja en caso de cambio de preferencia sexual se rompe, pero esto no tiene por qué suceder si el/la compañerx cambia también de sexo) y el único modo de poder mantener unidxs a lxs familiares es volver al discurso del autoconocimiento y los afectos. Se debe dejar de lado la parte del conformismo para reevaluar qué significa ser hombre y mujer y qué significa la palabra 'amar'. Todo esto se traduce en un refuerzo de la relación padre/madre - hijx creando mayores intercambios, transparencia y debate. Desde el momento en el que el padre no cumplirá más el rol paternal que la sociedad impone, un padre ocupado en criar a sus hijxs está más allá de cualquier estereotipo impuesto. Imaginemos un hijo de un padre homosexual acompañado por un hombre del mismo sexo, ¿como serían los nuevos anuncios de Barilla? Habrían dos personas indistinguibles con el criterio sexista, que cocinan, limpian la casa, hacen la compra y van a trabajar. El núcleo familiar funcionaría, a pesar de la falta del rol estereotipadamente fundamental llamado 'mujer' [1]. Luego hay otras familias, nacidas de la unión de dos personas homosexuales, que tienen un niño con reproducción asistida o adopción. En estos casos el/a niñx tendrá dos mamás o dos papás, que para la sociedad bien es aún peor que el caso anterior. También en estos casos, ser distintxs de una familia tradicional requiere establecer un lazo fuerte padres - hijxs, basada en la sinceridad y la solidaridad. Cuando hay dos mamás o dos papás es imposible estereotipar el rol familiar. También en estos casos la familia tendrá bases solidas para ser un núcleo de transformación y crecimiento responsable. Luego está, por supuesto, la otra cara de la moneda. La educación que la sociedad imparte crea mentes sexistas, homotransfóbicas, que no están habituadas a imaginarse parte de la sociedad no conforme y a enfrentarse a esa parte. Esto puede determinar un rechazo, por idea preconcebida, de lxs que se declaran homosexuales o transexuales en la familia o en la esfera alargada de las relaciones afectivas. Una sociedad que vea convivir familiares heteroparentales con familias de padres homosexuales, monoparentales y familias abiertas, ¿sobre qué base será sexista? Si lxs niñxs estuviesen habituados desde pequeñxs a conocer hijxs de las familias que hemos citado y si no existiese ningún prejuicio con ellas, ¿podría ser la familia el primer lugar donde se educa en el sexismo? Si lxs niñxs tuviesen claro que unx se enamora de la persona, y no de cualquiera del otro sexo, si el príncipe azul fuese azul gay, si los niños pudiesen jugar con muñecas y las niñas con castillos llenos de monstruos, ¿cómo deberían cambiar los spots publicitarios para vender ahora sus productos?

El binarismo sexual es el principio en el que se organiza la sociedad y el miedo al potencial subversivo que hay dentro de cada persona transexual y homosexual es demasiado fuerte para no ser visto como una amenaza para la "normalidad".

Usando las palabras de Mario Mieli: 'En las mujeres sometidas al 'poder' del hombre, en lxs proletarixs sometidxs a la explotación capitalista, en la sumisión de lxs homosexuales a la Norma y en la de lxs negrxs al racismo de lxs blancxs, se reconoce la sumisión histórica capaz de anular los planes de la actual dialéctica social, sexual y racial, para conseguir el reino de la libertad". Y sin embargo "los maricones y los travestis son los 'hombres' que, por 'hombres', entienden mejor lo que significa ser mujer en esta sociedad, donde los hombres más despreciados no son los brutos, los 'falócratas', los violentos, presuntuosos individualistas, sino aquellos que más se asemejan a las mujeres" [2] Y aún así, ni hoy, con la debida atención, ¿se puede ser parte de aquella masa uniforme y acrítica que alimenta el sistema en lugar de cuestionarlo?

A las personas transexuales se les permite volver a la normalidad cambiando su cuerpo confundible por un cuerpo con el sexo con el que identificarles, y a las personas homosexuales vivir tranquilamente ocultando su orientación sexual, o como está de moda decir en la sociedad bien "no haciendo alarde de la propia homosexualidad". Demasiado impropio un beso en público, cogerse de la mano, querer casarse si esto viene de dos personas del mismo sexo y nunca se pasa de moda "la ropa sucia se lava en casa", se puede ser un "sucio" gay en privado, si no se quieren las consecuencias de hacerlo en público. No se tiene el derecho de tener una identidad legal femenina si no se ha procedido primero a una eliminación de los genitales masculinos. Se puede provocar una crisis en la sociedad sexista, prefiriendo ser unx mismx en lugar de adaptarse a la moral común.

La invisibilización del fenómeno transexual e intersexual no es una invención moderna. Como sucedía con las mujeres, en la Edad Media, las personas intersexuales[3] y transgénero (pero también homosexuales) eran quemadxs en la hoguera. El resto fueron silencionadxs. Hoy en día, a través de intervenciones quirúrgicas y tratamiento hormonal, también en lxs recién nacidxs, en el caso de los intersexuales identificadxs al nacer, se elige el sexo para hacerlo confundible con un hombre o una mujer y no provocar así, una crisis del binarismo. El resto es silenciado.

La disforia de género, la fuerte y persistente identificación en el sexo opuesto a lo que nos han asignado al nacer y, aún hoy, clasificada como patología psiquiátrica. Quien quiera cambiar de género (trans-gender) deberá pasar bajo las garras de un psiquiatra que, además de declarar la ausencia de patologías psiquiátricas, escribirá en un papel el diagnóstico.

Con este informe será posible tomar hormonas para modificar el cuerpo pero, en caso de que quiera modificar la anatomía mediante operaciones, no existiendo ningún derecho a la autodeterminacion del cuerpo, será necesaria una sentencia por parte de un tribunal pagado por la persona trans, que autorice al cirujano a proceder.

Aunque la mayor parte de las personas trans quiere modificar quirúrgicamente el propio sexo, quien no quiera o no puede todavía someterse a la intervención, se ve obligado por la ley 164/82 y su interpretación a vivir con los documentos expedidos en el nacimiento. El Estado ayuda así a la transfobia al identificar a lxs transexuales cada vez que sea necesario mostrar un documento: agencias de empleo, trabajo, farmacia, policía, estipulando un contrato de arrendamiento, inscripción en el gimnasio o cuando tenga que sacar la tarjeta en el supermercado para acumular puntos.

El inevitable estigma consecuencia de tales situaciones lleva a la exclusión, a la exclusión en el ambiente laboral, político y social, destino común con gran parte de las mujeres que, a los ojos de un hipotético jefe de trabajo, corren el riesgo de quedarse embarazadas. Teniendo, por destino biológico, ser madre y esposa. Como una persona trans que, por destino biológico, debería vivir en el papel impuesto en la sociedad, mujer y persona transexual están siempre relegadxs a roles de menor importancia y a engrosar las listas del paro.

No va mejor si analizamos la situación transexual. Los medios de comunicación proyectan una imagen de la mujer trans no operada como única opción de transexualidad, uniéndola a ambientes transgresivos y al límite de la legalidad, haciendo que la gente vea a un "transexual" como alguien poco recomendable y poco fiable.

Regularmente un hombre transexual (de mujer a hombre) es tachado de femenino y una mujer transexual (de hombre a mujer) es tachada de masculina tanto por los medios como por la gente común, hasta que el documento no sea rectificado. La moral común quiere dar más importancia al documento de identidad que a la identidad de género que cada uno de nosotrxs elige en el aspecto, comportamiento o rol social. El balance de la situación es que el 50% de las personas transgénero, según un estudio sueco, ha pensado en el suicidio y el 21% al menos una vez ha intentado suicidarse.

Sexo, género y destino biológico vienen impuestos al nacer. Como una persona intersexual puede poner en crisis la legitimación de la división hombre-mujer en base al sexo, las personas transexuales pueden poner en crisis el sistema hombre-mujer basado en las diferencias de género, y la pareja de padres homosexuales podrían minar la rígida división de los sexos de esta sociedad heteronormativa.

En Italia está muy activa la fábrica de cuerpos normales, intenta actuar en los cuerpos de los recién nacidxs intersex y de las personas transgénero para darles características estables y normales. No interesa que el no nacido intersex crezca, sin saber si se sentirá más hombre o mujer, y no está previsto que tenga un lugar cómodo en la sociedad si no quiere entrar en el género binario hombre-mujer. Por el contrario, está previsto la disolución del matrimonio entre las personas transexuales que rectifican el documento, se convertirá en matrimonio homosexual.

Quien no quiere o no puede todavía cambiar el sexo de los genitales o quien, a pesar de la transición, mantenga características que no se correspondan totalmente con el género escogido, puede ser capaz de subvertir la dialéctica social, pero esto se paga con la falta de garantías normales y la marginación.

¿Cuál sería el escenario si se garantiza el derecho a la expresión de la identidad de género, como en Argentina [4], donde está prohibido operar los genitales de los recién nacidos hasta que no puedan decidir sobre su propio cuerpo; como sucede en Colombia [5] donde se introdujo el pronombre neutro "Hen"; como en Suecia, donde se autorizaron las adopciones, reproducción asistida y embarazo subrogado tanto para parejas heteros, como homosexuales y solterxs?

¿Quién es oprimidx y opresor frente un cuerpo, reconocido legalmente y protegido, ni hombre ni mujer y cambiando los roles? ¿Quién debe estar en casa lavando los platos y cuidando los niños si la pareja está formada por personas del mismo sexo? ¿Quién deberá comprometerse y mantener a la familia?

Si se pudiese cambiar de género sin tener que ser sometidx a la psiquiatría, si los roles de género no fuesen más una división de madre/padre unificadxs bajo la palabra "padres", si el hombre tuviese la posibilidad de cuidar a lxs recién nacidxs y la mujer trabajar y continuar, si los niñxs fuesen educadxs en un modo neutro y sin recurrir continuamente al estereotipo de género, ¿qué sucedería en nuestra sociedad?

En una sociedad sin presión del género, en la que todxs pueden encarnar la propia expresión de género que sienten, en la que todxs pueden ser padres-madres, ¿cuántxs terminarían fuera de las jaulas impuestas por el Sistema? Si todo el mundo pudiese exprimir el propio potencial sin tener que enfrentarse continuamente con la categoría de hombre-macho-patriarca y mujer-femenina-madre, ¿sobre qué supuestos se mantendría el sexismo para ser todavía legitimado?

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NOTAS:

*Activista LGTBQI y vegana, componente del Colectivo Anguane.

[1] "No haré nunca un anuncio con una familia homosexual, no por falta de respeto, sino que no veo la familia como ellos, la nuestra es una familia clásica donde la mujer tiene un rol fundamental". (Declaración de Guido Barilla a La Zanzara, 26/09/2013).

[2] Mario Mieli, Elementi di critica omosessuale, Einaudi, Torino 1977.

[3] Es intersexual quien nace con características sexuales (genitales, hormonales o cromosómicas) no conformes al sexo masculino o femenino. Tal diversidad, a veces, es evidente simplemente observando los genitales externos, otras veces se evidencia solo con un examen cromosómico. Es transgénero quien, habiendo nacidx con características sexuales conformes al sexo masculino o al femenino, se reconoce en el género opuesto o en otro género.

[4] http://www.tgeu.org/Argentina_Gender_Identity_Law

[5] http://www.isna.org/node/181



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