jueves, 7 de enero de 2016

El día que las AnarcoChonis nos devolvieron la ilusión


Hasta hace unos días sentía que los feminismos que me rodean se habían convertido en una suerte de pelea digital vanguardista de términos academicistas y egos construidos sobre una colección de opresiones HazteConTodosPokemon, que lo siento tías, pero yo no entiendo. Y mi abuela tampoco.

Cuando ya tenía el monóculo colocado, llaga lo anarcoChoni y de un tortazo te devuelve a tu cuerpo, a tu vida y a tu historia. Te escupe a la cara lo que eres y de donde vienes, te coloca en el lugar desde el que comienza tu lucha. Y joder hermanas, que gusto ver lo que pintáis por las calles y como os hacéis presentes en nuestra lucha.

La choni es una identidad social, económica y política. Somos las chavs de esos libros de ciencias políticas que lees pero de los barrios a los que no quieres ni acercarte. Somos a las que desprecias y a las que temes, de las que te ríes y a las que nunca querrías sentar a la mesa en una de esas comidas familiares.

Las chonis somos las hijas maleducadas de la clase proletaria de la periferia.

Las chonis de mi barrio íbamos todas en manada, nos guardábamos los porros en el forro del sujetador y robábamos el botellón en el Carrefour de la avenida. Éramos capaces de sostener la etiqueta de puta o de guarra con orgullo porque nuestra sexualidad, grosera y desvergonzada, era señalada con envidia. Nos hermanábamos con las gitanas, con las rumanas, con las latinas, con las marikas y con todas aquellas que se pintaran de negro el rabillo que Amy Winehouse paseó con arrogancia por cada escenario. Nos colábamos en las discotecas pijas y competíamos por ver quien se enrollaba con más tíos o robaba más copas o más carteras que luego compartíamos de forma descarada. Éramos una tribu de deslenguadas y gozamos de toda aquella adolescencia chabacana de pantalones de campana, leopardo y camisetas escotadas del Berska que se quedaban con un pequeño roto en la parte de la nuca al arrancarles el pita. Nos partíamos la cara si tocaban a una de las nuestras.

Luego supongo que crecimos. Moderamos nuestras vidas para llegar a la universidad o conseguir uno de esos curros de mierda que te pagan la supervivencia a final de mes. Se nos olvidó lo que fuimos.

Recordar esto con cariño y rabia ha sido un nuevo despertar dentro de un recorrido que a veces se vuelve aburrido y correcto. Que placer da ver que habéis vuelto.

martes, 29 de diciembre de 2015

"La revolución anarquista global no va a suceder" Desierto, texto anónimo.

Recomendación de lectura para este solsticio de invierno:

Título: DESIERTO

Autor: ANÓNIMO

Editorial: L'ANOMIA*


Escalofriante, sobrecogedor e impactante relato sobre el cambio climático durante los próximos años, proceso ya imparable que modificará radicalmente el mapa geo-político-económico-social. El autor anónimo de "Desierto" se interroga acerca de si todavía hay alguien que crea que la "revolución social" será posible; deberíamos cambiar tal concepto por el de "colapso mundial". Tal vez la desertización, el aumento de la temperatura global, el aniquilamiento de numerosas especies, los grandes movimientos migratorios en busca de agua, las guerras y otros factores provoquen un retroceso de la civilización en algunos espacios de la Tierra. En este contexto de futuro incierto y capitalismo contumaz, tal vez se abran algunas zonas autónomas donde lo salvaje y lo anárquico puedan respirar, establecerse y comenzar a medrar tímidamente, de forma minoritaria pero autosuficiente y al margen del Estado, que irá abandonando definitivamente algunos espacios inhóspitos y aposentándose en otros más templados. Leemos en "Desierto": "La revolución anarquista global no va a suceder".



 Extracto del Prefacio de Desierto, página 10

"Hay algo que obsesiona a muchas activistas, anarquistas, ecologistas, a muchas de mis amigas. Me obsesionó a mí también. Gran parte del bagaje que arrastramos de nuestras subculturas nos hace creer que el motivo de esa obsesión no existe, que no se puede ver ni oír. Nuestras buenas intenciones para con el mundo nos dicen que no le hagamos caso, pero para muchas, a pesar de los mejores esfuerzos (siguiendo adelante con el activismo diario, construyendo movimientos de base, viviendo acorde a y como expresión de ética), a pesar de todo eso, el espectro cobra forma. La imagen borrosa se hace cada vez más sólida, más inevitable, hasta que el fantasma termina mirándote directamente a la cara. Y como sucede con muchos monstruos de leyendas antiguas, cuando la gente se cruza con su mirada, se queda petrificada. Se vuelven incapaces de moverse. Pierden la esperanza, se desilusionan y se vuelven inactivas. Ese malestar, el quedarse paralizada, no sólo ralentiza el trabajo militante, sino que afecta cada una de las facetas de la vida de muchas de mis amigas.
El espectro que muchas intentan no ver es darse cuenta de una cosa muy simple: el mundo no será “salvado”. La revolución anarquista global no va a suceder. El cambio climático es imparable. No vamos a ver al mundo acabar con la civilización/capitalismo/patriarcado/autoridad. No sucederá pronto. Es probable que no suceda nunca. El mundo no será “salvado” ni por las activistas, ni por los movimientos sociales, ni por organizaciones benéficas, ni por un proletariado global insurgente. El mundo no será “salvado”. Duele darse cuenta de eso. Nadie quiere que sea verdad, pero probablemente lo es. Esas revelaciones, esa pérdida de la ilusión, no debería incapacitarnos. Si partimos de entrada de que es una cuestión de “o todo o nada”, entonces tenemos un problema. Muchas amigxs han “abandonado” el “movimiento” mientras que otras continúan poniendo en práctica antiguas costumbres con una tristeza y un cinismo que revela su sensación de que, en realidad, son costumbres que no llevan a nada. Algunas merodean por el ámbito revolucionario criticando todo pero viviendo y luchando más bien poco.

“No es la desesperación: puedo tolerar la desesperación. Es la esperanza lo que no tolero.”
La esperanza de un gran final feliz daña a la gente. Sienta la base para el dolor que sentirán cuando se desilusionen. Porque, honestamente, ¿quién de nosotras cree en un final feliz hoy en día? ¿Cuántas han sido consumidas por el esfuerzo que implica reconciliar la fe ciega de cambiar el mundo con la realidad que nos rodea? Sin embargo, desilusionarnos —con la revolución global, con nuestra capacidad de parar el cambio climático—, no debería alterar nuestra naturaleza anarquista ni el amor que sentimos por la naturaleza como anarquistas.

Todavía hay muchas posibilidades para la libertad y lo salvaje. ¿Cuáles son algunas de esas posibilidades y cómo podemos vivirlas? ¿Qué podría significar ser anarquista, ecologista, cuando la revolución global y la sostenibilidad socio-ecológica no son el objetivo principal? ¿Qué objetivos, qué planes, qué vidas, qué aventuras quedan cuando se dejan de lado las ilusiones y caminamos por el mundo ya no incapacitadas por la desilusión, sino liberadas de su carga?"




Para descargar: Desierto, en PDF

_______________________________________________________________________________


 * A L´(A)nomia, editorial artesanal autogestionada, puedes encontrarla en las ferias-encuentros del libro anarquista o eventos para adquirir el texto en formato libro-físico. Pero también tienes la opción de descargarlo más arriba o preguntarles a ellas si pueden enviártelo por correo a tu kelo, para contactar con ellas para ello, dudas u otras inquietudes:

anomia.ediciones[arroba]riseup.net

jueves, 17 de diciembre de 2015

Cicatrices y heridas que no se ven.


- Cicatrices y heridas que no se ven*...

-Habla la experiencia y el insomnio con un boli en el papel....


Qué tristes las paredes de la comisaria al oír el llanto de una madre , qué sucio está el suelo por las humillaciones...
Cuántas noches sin dormir pensando en que ojalá pudiera haberte dicho que las esposas me hacían daño, pero se que te duele más a ti vérmelas puestas .

Gracias por ser fuerte, Mamá qué bonita eres..
Qué silencios tan fuertes se escuchan entre golpe y golpe, demasiado impactante todo como para haber ocurrido tan deprisa, ¡No me entra en la cabeza!
quizás ellos piensen que a golpes me entrará... Qué soprendidx se puede llegar a ver unx cuando saca orgullo esperando un patadón en la cabeza esposadx en el suelo.
Muchas preguntas en mi cabeza, mucha farlopa en su nariz... Menudo frío hace al recordarlo todo, una y otra vez, una y otra vez una y otra vez una y otra vez...
Pregúntale a la que entra si cree que va a salir.....

.....y dile al preso que: ¡HUYA!


________________________________________________________

* [Nota: Texto anónimo recibido por correo, me limito a colgarlo.]

jueves, 12 de noviembre de 2015

Adicción y conexión

Se cumplen cien años de la prohibición del uso de drogas en Estados Unidos y Gran Bretaña. Prohibición que poco después se impuso en todo el mundo. Hace ya un siglo que se tomó la fatídica decisión de coger a los adictos para castigarles, hacerlos sufrir y estigmatizarlos, porque creían que eso los disuadiría y les daría un incentivo para detener su consumo. Cuando tratas con adictos y te preguntas cómo ayudarles, uno se da cuenta de la increíble cantidad de preguntas básicas que hay sin responder. Por ejemplo, ¿qué es lo que provoca una adicción? ¿Por qué seguimos con esta perspectiva que aparentemente no funciona? ¿No habrá una mejor manera de intentarlo? Considero que he estudiado, debatido, compartido y vivido lo suficiente el mundo de las adicciones para decir que casi todo lo que creemos saber sobre la adicción está equivocado, o cuanto menos sesgado.


Empecemos por lo que creemos que sabemos. Pensamos que, como hay ganchos o preferencias químicas en la heroína, por ejemplo, si la consumes por un tiempo tu cuerpo se hará dependiente a estos ganchos. Empezarás a necesitarlos físicamente. Pero es fácil adivinar que algo no cuadra. Cuando alguien es hospitalizado se le administra mucha diamorfina (es heroína mucho más pura que la que se vende en la calle). Y la van a recetar por un largo periodo de tiempo. Si lo que creemos de la adicción es correcto, todas las personas expuestas a los ganchos químicos deberían volverse adictos, incluso entre las millones de personas hospitalizadas en todo el mundo a las que se le administra diamorfina. Se ha estudiado cuidadosamente y eso no sucede, lo cual es cuanto menos sospechoso.

Tiempo después descubrí a Bruce Alexander, un profesor de psicología de Vancouver, el cual realizó un experimento increíble que nos ayuda a comprender este tema. La idea de adicción que todos tenemos proviene, en parte, de una serie de experimentos realizados a principios del siglo XX. Estos experimentos eran muy sencillos. Consistían en colocar a una rata en una jaula y se le ofrecían dos botellas de agua. Una de las botellas contenía solo agua, y la otra era agua mezclada con heroína o cocaína. Los resultados mostraron que la rata casi siempre prefería el agua con droga y su vida terminaba bastante rápido por sobredosis. En los años 70, cuando el profesor Alexander vio esta serie de experimentos se dio cuenta de algo. Se percató de que la rata estaba en una jaula vacía y solitaria. No tenía nada que hacer excepto usar drogas. De manera que el profesor Alexander probó algo diferente y construyó una jaula a la que llamó "Parque de ratas", la cual era básicamente el paraíso para las ratas. Había queso, aposentos mullidos, túneles, ruedas de ejercicio y lo que es crucial; las ratas se encontraban en compañía mutua, no estaban aisladas. Se sabe que las ratas, al igual que los seres humanos, son seres eminentemente sociales. En esta jaula mejorada también se les puso a disposición las dos botellas de agua, una con agua normal y la otra agua con droga. Lo fascinante fue que en el parque de ratas, a las ratas no les gustaba el agua con droga. Casi nunca la tomaban. Ninguna la usó compulsivamente. Ninguna tuvo sobredosis en ese ambiente feliz y lleno de relaciones. Casi el 100% de ellas sufrieron sobredosis al estar aisladas.

Si creemos en la historia de los ganchos químicos, esto no tiene ningún sentido. El profesor Alexander empezó a pensar que había una historia diferente de la adicción. ¿Y si la adicción no tiene que ver con los ganchos químicos? ¿Y si la adicción tiene que ver con tu jaula? ¿Y si la adicción tiene que ver con tu adaptación al ambiente? Por supuesto, este experimento tiene una falla importante: el hecho de que la jaula mejorada sigue siendo una jaula, y por lo tanto sigue siendo un medio carente de libertad. Pero a pesar de ello resulta útil para entender el proceso de la adicción.

Otro profesor, Peter Cohen, dijo: "tal vez no tendríamos que llamarlo adicción. Tal vez deberíamos llamarlo conexión, o falta de ella". El ser humano tiene una necesidad natural e innata de conectarse. Pero si no pueden hacerlo (por las razones que sean), van a vincularse con algo que les dé alguna sensación de alivio. Pueden ser juegos del azar, pornografía, cocaína o cannabis. Van a vincularse con algo porque es nuestra naturaleza.

Parte esencial de la adicción (y la evidencia parece que lo sugiere), es el no poder soportar estar presentes en nuestras vidas. Y esto es muy significativo, sobre todo en lo que refiere a la "guerra contra las drogas". En casi todo el mundo se trata a los adictos mediante el castigo, la vergüenza, la estigmatización y la culpabilidad, lo cual dificulta enormemente el establecimiento de esas conexiones. Se construyen obstáculos donde deberían construirse facilidades, apoyos y afectos. Gabor Maté, un doctor en Canadá, dijo: "si quieres diseñar un sistema que empeore la adicción, deberías diseñar este".

Hay un lugar donde decidieron hacer lo contrario. En el año 2000, Portugal tenía uno de los peores problemas de drogas en Europa. Había una increíble cantidad de personas adictas a la heroína, y cada vez más y más se usaba el método estadounidense: castigaban a las personas, las avergonzaban, las marcaban, y cada año el problema era peor. Ante esa situación, se decidió crear un panel de científicos para ver cómo se podía resolver realmente el problema. Tras revisar toda la evidencia hasta el momento, este grupo de científicos dijo: "despenalicen todas las drogas, desde el cannabis hasta el crack, pero (y este es un paso crucial) coged el dinero que gastáis en aislar a los adictos y en desconectarlos, e invertidlo en reconectarlos". La meta era asegurarse de que cada adicto en Portugal tuviese algo que los hiciera dejar la cama por la mañana. Los adictos de Portugal dijeron que al redescubrir su propósito, redescubrieron sus vínculos y sus relaciones con las comunidades de las que formaban parte. Este año se cumplirán quince años desde que empezó este experimento a gran escala, y los resultados están ahí: el uso de drogas inyectables se ha reducido (de acuerdo al British Journal of Criminology), en un 50%. Tanto las sobredosis como el VIH se redujeron enormemente entre los adictos.

Estos resultados se obtuvieron llevando a cabo, sobre todo, programas masivos de empleo. Bajo el sistema capitalista, la única sociabilidad que se ha dejado intacta es el trabajo, es decir, la sociabilidad bajo control. Es en ese medio controlado donde la inmensa mayoría de personas se conectan con el resto, y es ahí donde el gobierno de Portugal actuó. Si aun a través de esta sociabilidad bajo control que es el trabajo se han logrado estos resultados tan sorprendentes, solo cabe imaginar la enorme recuperación que supondría eliminar la jaula, en lugar de limitarse a hacerla más agradable. Al igual que en el "parque de las ratas", esta experiencia (aunque no sea idílica) nos ayuda a sacar valiosas lecciones de cara al futuro.

Por supuesto que todo esto tiene una serie de implicaciones políticas bien remarcadas. Si resulta cierto que la desconexión es el motor más importante de la adicción, ¿qué hacer en un mundo diseñado para que cada cual se quede dentro de las cuatro pringosas paredes de su privacidad? Hace mucho tiempo que ha calado el discurso de que cada uno ha de buscarse "su" vida, que cada uno tiene que cuidarse o desarrollarse por sí mismo. No existe propuesta vital alguna que incluya a terceros. Nuestras metrópolis son los puntos donde se desarrolla con más eficacia estas técnicas políticas del capitalismo. Un medio en el que todo está hecho para que lo humano se relacione solamente consigo mismo y se produzca separado de las otras formas de existencia. Sobre la base de esta separación es donde opera toda adicción. A pesar de que creemos estar más conectados que nunca, estas relaciones que creemos tener son solamente una parodia de las conexiones humanas auténticas. Las ratas aisladas son mucho más propensas a desarrollar adicciones, y los seres humanos (sobre todo en Occidente) también somos cada vez más propensos a ello. La vida se parece cada vez más a una jaula aislada.

Nadie sabe lo que puede un encuentro.

El profesor Bruce Alexander dijo: "hablamos de la adicción siempre como una recuperación individual, pero necesitamos hablar más de una recuperación social". Esta tesis es tan cierta para las adicciones como lo es para el "fracaso escolar", para la criminalidad, para la depresión o para las autolesiones. El hecho de que todo esto sea un problema tan grande dentro de nuestra sociedad revela que no todo está bien en nuestro mundo colectivo, revela el estrés psicológico en masa producido por unas condiciones de existencia completamente alienadas. El gran problema de la ciencia empirista es que al ser tan determinista y reduccionista termina por abstraer a las personas vivientes y sufrientes del contexto social y político dentro del cual se desarrollan.

La cuestión social por excelencia es la de la relación con el mundo. El aislamiento, la separación entre el individuo y la comunidad, son la condición misma del funcionamiento de la maquinaria capitalista.[1]

Mientras sigamos viendo estos comportamientos adictivos como enfermedades de las cuales hay una esperanza de cura basada únicamente en cambiar el mundo interno del enfermo (mediante fármacos, terapias o castigos), en vez de derrocar el sistema estableciendo las conexiones y las solidaridades necesarias, la mayor parte de nuestros esfuerzos serán en vano. Porque lo opuesto a la adicción no es la sobriedad; es la conexión, el vínculo, el lazo.

La historia del movimiento revolucionario es, en primer lugar, la historia de los lazos que le otorgan su consistencia.

Cuando trabajo con drogodependientes, personas a las que quiero, les hago saber que no voy a juzgarles, castigarles o coaccionarles. Al contrario, trato de establecer esas conexiones interpersonales y afectivas que actúan verdaderamente como una terapia. La potencia insurreccional de nuestros cuerpos vendrá más adelante. Por ahora se tienen que establecer afectos, conexiones y solidaridades en el día a día.

Ojalá no hubiese sido necesario todo este proceso de investigación, todo este devaneo analítico que tiende a deshumanizar a quienes padecen. Ojalá hubiese sido suficiente con tener la voluntad de ayudar para efectivamente poder hacerlo. Si fuera fácil no lo llamarían lucha.

Cien años. Durante cien años hemos cantado canciones de guerra contra las personas adictas. Cantemos ahora canciones de guerra contra la civilización.

Notas

[1] Fragmento del libro ¿Chusma?, de Dell Umbria Alessi.

miércoles, 16 de septiembre de 2015

El DNI 3.0 llega a Zaragoza.

[Año 31 de la era Orwell, o lo que es lo mismo 2015, paso a paso la civilización se complejiza, jerarquiza y extiende sus redes de dominación sobre todo lo vivo, nosotras como personas vivientes bajo la democrática y ciudadana Europa lo sufrimos en nuestras carnes y mentes, y van atando sobre nosotras más cadenas. El dominio es un virus que no para de extenderse, en el siguiente artículo se habla de algo concreto pero que está enmarcado en una misma estrategia y deriva: DOMINAR TODO.

Sin más, el artículo habla por él mismo. Extraido de acá  MOAI, unas compañeras que se dedican a hacer un boletín sobre control tecnológico, biológico y social.

Besitos]

____________________________________

El DNI 3.0 llega a Zaragoza.



A partir de este viernes 7 de agosto, la Oficina del DNI de Paseo Teruel de Zaragoza ha comenzado la expedición del nuevo DNI 3.0 de última generación.  Se pretende que a final de año esté implantado en todas las dependencias del DNI en Aragón. Esta nueva versión del Documento Nacional de Identidad también se está expidiendo en ciudades como Santander y Lleida.
 La principal razón de cambiar este dispositivo es la seguridad. “Si el anterior era complicado de falsificar, éste todavía lo es más". Esta nueva versión del DNI incorpora la nueva tecnología de transmisión de datos por contacto por lo que no hará falta el lector sino que una aplicación de móvil será suficiente para conocer los datos que contiene el DNI, así como "medidas invisibles" que no se han desvelado. Así se avanza en el proyecto de Policía 3.0, que permite no desplazarse hasta la comisaría para poner una denuncia, puesto que el con el uso del DNI será suficiente.
El nuevo documento incorpora un dispositivo novedoso, está diseñado con la última generación tecnológica, por la cual alberga en su memoria gran variedad de datos, pudiendo incluso consultar la vida laborar y las multas de tráfico. 
Cuando esté en pleno rendimiento, el DNI tendrá potencial para sustituir a la tarjeta sanitaria, al carnet de conducir, actuar como pasaporte si el país de destino tiene tecnología compatible. Y en general servir como firma electrónica para las transacciones por internet. Al traspasar la frontera, el lector del DNI verificará todos los datos, contrastándolos con las bases de datos existentes, realizando una comprobación rápida de la foto y la firma con su correspondiente nombre y asímismo con el resto de datos personales. Lo mismo ocurrirá con cualquier transacción electrónica que se quiera realizar con la Administración pública. 

Con este nuevo DNI el sistema de dominación da un paso más hacia el control absoluto de la vida, por un lado el control social de las personas se hace más completo pero a la vez más sutil, con el almacenamiento progresivo de datos y la facilidad para acceder a los mismo por parte del estado y sus funcionarios.


Por otro lado se avanza en el proyecto mundial de smart cities, donde se apuesta por la creación un mundo gobernado por tecnologías inteligentes donde un DNI o un teléfono sirvan para todas las acciones cotidianas (subir al metro, pagar la compra, ir en bici, al médico…), mientras siguen aportando información sobre nuestras vidas, nuestros gustos, nuestras ideas al estado y las grandes empresas. Contra el DNI 3.0, contra la megamáquina. 

domingo, 6 de septiembre de 2015

Impedir por todos los medios la recomposición de la izquierda.

Periódicamente la izquierda es derrotada. Eso nos divierte pero no es suficiente. Su derrota, la queremos definitiva. Sin remedio. Que nunca jamás el espectro de una oposición conciliable revolotee en el espíritu de aquellos que se saben inadecuados al funcionamiento capitalista. La izquierda –y esto lo admite hoy en día todo el mundo, aunque ¿nos acordaremos de ello pasado mañana?– forma parte de los dispositivos de neutralización de la sociedad liberal. Cuanto más se verifica la implosión de lo social, más invoca la izquierda “la sociedad civil”. Cuanto más actúa impune y arbitrariamente la policía, más se declara pacifista. Cuanto más se libera el Estado de las últimas formalidades jurídicas, más ciudadana se proclama. Cuanto más crece la urgencia de apropiación de los medios necesarios para nuestra existencia, más nos exhorta a esperar, a reclamar la mediación, incluso la protección, de nuestros amos. Es la izquierda la que nos prescribe hoy, frente a gobiernos que se sitúan abiertamente en el terreno de la guerra social, que nos convirtamos en sus interlocutores, que redactemos nuestras quejas, formulemos reivindicaciones, o estudiemos la economía política. De Léon Blum a Lula, la izquierda no ha sido más que eso: el partido del hombre, del ciudadano y de la civilización. Hoy, ese programa coincide íntegramente con el programa contrarrevolucionario: mantener en vigor el conjunto de ilusiones que nos paralizan. La vocación de la izquierda es expresar un sueño que solamente el imperio tiene los medios de alcanzar. Es la vertiente idealista de la modernización imperial, la válvula de escape necesaria al ritmo insoportable del capitalismo. Ya ni le hace ascos a escribirlo en las publicaciones del propio ministerio francés de la Juventud, Educación e Investigación: “En la actualidad cualquiera sabe que sin la ayuda concreta de los ciudadanos, el Estado no tendría los medios ni el tiempo necesario para lograr las obras que pueden evitar la explosión de nuestra sociedad” [1] 

Hoy, deshacer la izquierda, es decir mantener constantemente abierto el canal de la desafección social, no es solamente necesario sino posible. Somos testigos, cuando por otro lado se refuerzan a un ritmo acelerado las estructuras imperiales, del pasaje de la vieja izquierda trabajista, enterradora del movimiento obrero y surgida de él, a una nueva izquierda, mundial, cultural, de la que puede decirse que tiene al negrismo como punta de lanza. Esta nueva izquierda no termina de asentarse aún ante la reciente neutralización del “movimiento antiglobalización”. Sus nuevos engaños son vistos como tales, mientras que los viejos ya no sirven. 

Nuestra tarea es arruinar la izquierda mundial allí donde se manifieste, sabotear metódicamente, es decir, tanto en la teoría como en la práctica, cada uno de sus posibles momentos de constitución. En ese sentido, nuestro éxito en Génova no reside tanto en los espectaculares enfrentamientos con la policía o en los daños infligidos a los órganos del Estado y el Capital, como en el hecho de que la difusión de prácticas de confrontación propias al “Black Bloc” en todos los bloques de la manifestación torpedease la apoteosis anunciada por los Tute Bianche. As^[í como nuestro fracaso desde entonces se encuentra en no haber sabido elaborar nuestra posición de modo tal que esa victoria en la calle se convirtiese en algo más que en un simple espantajo agitado sistemáticamente por todos los movimientos llamados “pacifistas”. Es el actual repliegue de esta izquierda mundial en los foros sociales –repliegue debido a que ha sido vencida en la calle– lo que debemos atacar. 

[1] Ganas de actuar – La guía del compromiso. 

[2] Fragmento extraído del libro "Llamamiento y otros fogonazos". Enlace: http://www.rebelion.org/docs/87438.pdf

sábado, 29 de agosto de 2015

No somos teoría....¡Somos manada!

"Decir lo que sentimos de la manera que sepamos a las otras y escuchar lo que otras digan de sus sentimientos hacia nosotras, poner en común sentimientos, para trabajar desde ahí, gestionar, cuidar las relaciones desde lo vivencial y no teorías que a nuestro corazoncito le suena veces a esperanto, algo bonito y a alcanzar pero poco alcanzable en el AHORA.

El poder decir: sí tengo celos, tengo dependencia, me gustas mucho, te quiero, quiero mi espacio, me explota el pecho al pensar de ti... es de lo mejor que podemos hacer para crear unas relaciones más sanas, que ese abrirnos las venas no nos haga sangrar de dolor y miedos. No somos teoría.

No soy ni quiero ser el ideal de belleza y/o tener vida ideal de tu heteropatriarcado. Pero tampoco soy (pero quiero o no quiero, duda como forma de vida) el ideal teórico de anarquía relacional que esas oraciones dibujan en un papel de forma tan bella pero para mi desgracia (o no) no alcanzo a dibujar en mis relaciones en mi AHORA.

Soy yo, y parto de una educación, contexto y biología no escogidas y que tanto se aleja (me alejo) de la teoría ideal que a veces me duele. Pero no quiero eso, no quiero que duela. Quiero tiempo y espacio para desarmarme de inseguridades y construcciones sociales no elegidas ni queridas por mí. Quiero la seguridad para poder hacerlo y no acabar peor de lo que estoy ahora. Y vaya que si quiero romper cadenas.

Pero sin tener que cortarme brazos ni piernas para deshacerme de ellas. Quiero estar entera. Quiero cuidarme y desde lo que soy AHORA ir re-construyéndome día a día, cuidando (me/te/os) y desmontando lo que han hecho de mí. Ahora más que nunca quiero ser mi dueña y reina absoluta. Soberana. Pero, amores, manada (si sois mi manada me entenderéis) no me señaléis, no me juzguéis, no me impongáis ritmos ni carreras de fondo que me queman por dentro: si me falta el aire, quiero vuestro aliento no vuestro dedo acusador.

Y mimadme mucho. Y mimaros. Y quereros. Y no tener miedo a decirlo. A decir que os mimo porque sí, porque lo necesitáis, por lo que sea... y viceversa.
Escuchadme y señaladme cuando no os mole algo de mí. Yo si quiereis os escucharé. Y os señalaré lo que no me mole.

Quiero crecer con sinceridad con vosotras y sin vosotras. Sola o en manada: me quiero."